jueves, 22 de mayo de 2014

EL ESPACIO PÚBLICO, LA CLAVE DEL ENCUENTRO

 “.... El urbanismo moderno como estética se mide por la cualidad de los espacios públicos y por la capacidad de estos de promover dinámicas transformadoras y articuladoras del tejido urbano. Hay que reivindicar el lujo del espacio público como socialización de la riqueza y redistribución de ingresos. El espacio público promociona significado a la vida urbana y confiere a la ciudad el atributo de dar sentido a sus habitantes” (Jordi Borja y Manuel Castells)

La ciudad, por definición y esencia, es el vórtice de interrelación e intercambio entre sus distintos componentes. Esto le confiere una fuerte atracción sobre su entorno y convierte a la ciudad en el escenario propicio y natural para la innovación.
El espacio público es, valga la redundancia, el espacio de comunicación y socialización en las ciudades. Cumple un rol primordial en este proceso de articulación, no solo en la cantidad sino en la calidad de los vínculos de interrelación social o en los intercambios que se realizan en él.
La cultura de cada comunidad se expresa, entre otras cosas, en las conductas sociales, los usos y costumbres, éstas se visualizan con bastante claridad en los ámbitos públicos y expresan los valores, conflictos o creencias del grupo social que las habita o usa.

Es el espacio de comunicación y socialización más importante en las ciudades.
Sin embargo, esta afirmación  esta jaqueada por cambios sociales, políticos y tecnológicos, que tejieron y alumbraron nuevas conductas que están mutando el uso del espacio público tal como lo conocíamos, gestando una nueva cultura urbana.

Entre los factores más relevantes de esta transformación, identificamos que en muchas ciudades   los cambios económicos  incorporaron nuevos espacios públicos -de propiedad privadas-como los shopping desplazando los lugares tradicionales de actividades públicas, desdibujando y/o vaciando los sitios emblemáticos que usaron varias generaciones. Los cambios tecnológicos han generado espacios virtuales de encuentro que han estimulado una profunda modificación en los comportamientos de la gente, incorporándolo  al hábito de la sociedad. Si bien  cambiaron las relaciones sociales, connotando a las mismas de la virtualidad propia del sistema, no podrán suplantar la interrelación social real y espontánea.

Si bien esto es un fenómeno mundial, en nuestro país, hay que añadir algunas  particularidades que  agudizaron  este proceso. Por un lado los movimientos sociales y políticos que, después de la fortísima crisis institucional, mutó reglas y  postulados que implicó  mayores niveles  de confrontación  que y, muchos de ellos, se dirimen  en el espacio público; por otro, la inseguridad real o percibida que aumentó la retracción de la vida ciudadana.

¿Se ha instalado un proceso vertiginoso de abandono del espacio público por parte de la población? Esta hipótesis pone en juego muchas de las claves sociales y, si es así, cabe la siguiente pregunta ¿Es deseable y posible recuperar el espacio público para enriquecer la vida ciudadana?

Hay claramente un desplazamiento y una diversificación de usos en los espacios públicos en la ciudad: abandono y degradación de algunos, invasión, apropiación y disfrute de otros.

En general, se puede afirmar que en nuestra ciudad los espacios públicos centrales presentan alto grado de conflictividad junto con algunas áreas calientes, generando situaciones muy complejas; en  los barrios, el uso es de carácter funcional con un importante repliegue de sus habitantes y en algunas centralidades secundarias  muestran una saludable vitalidad.
Existe una interdependencia entre las conductas y estos espacios, Cuando las condiciones de éste ya sea en configuración o calidad  se modifican, repercuten fuertemente en su uso. Por otro lado, los conflictos, la no pertenencia o la ausencia de vínculos con ese espacio  posibilitará su anomia, su degradación y hasta su abandono.
El espacio público de calidad invita a su uso y cuidado, pero su uso o apropiación sin dudas dependerá  de sus habitantes o sus usuarios

Muchos son los atributos que definen a los espacios públicos de calidad: son amigables, seguros, atractivos, usables, etc. Pero ¿en qué reside exactamente el éxito de un espacio en particular? ¿De su pregnancia? ¿De su armonía espacial? No se sabe, no existen fórmulas perfectas, pero tal vez la clave es cuando ese espacio se convierte en un lugar de encuentro, de uso colectivo, espontáneo, donde se tejen o articulan positivamente las diferencias, se trate de edificios o grupos sociales.

La pérdida de estas características, propias de esta interrelación de los ámbitos urbanos, atenta con la integración social. El abandono del espacio colectivo resta vitalidad a las áreas urbanas. Si la ciudad es poco amigable, los ciudadanos perseguirán en el suburbio la utopía de la ciudad perfecta, que es su antítesis. En este camino vaciaremos los centros urbanos y mataremos el sentido más profundo de la ciudad que es encontrarnos con el otro.

¿Cómo recuperar el uso del espacio público? Lo primero es entender las causas de las disfuncionalidades, para esto la participación de sus usuarios reales y potenciales es indispensable para reflexionar, encontrar una solución y trabajar para lograrlo.