Articulo de Silvia Fajre
El proceso
de urbanización creciente y sostenida de los últimos años produjo innumerables
cambios. No solo modificó la cantidad y el tamaño de ciudades sino también su
estructura y dinámica de crecimiento. Estos cambios tuvieron implicancias tan
amplias que hoy no podemos evaluar en su totalidad pero son por lejos una marca
insoslayable del siglo XXI en la ocupación del territorio.
Muchas
ciudades que presentan pérdida de vitalidad de las áreas centrales
tradicionales -entendiendo por ésta a las
áreas de concentración de actividades jerárquicas- nos muestran
consecuencias graves para su
funcionamiento, su población y su entorno.
La pérdida
de los atributos que le conferían atractividad a la centralidad, llevo a que esa valoración positiva está
cuestionada o destruida. El desplazamiento de las actividades que le otorgaban
heterogeneidad y prestigio, si no han desaparecido, agonizan.
El
crecimiento, con este patrón, genera nuevos fenómenos urbanos, configurando
innumerables variantes: metrópolis, megalópolis, ciudades- región, ciudad
difusa, etc.
Muchas de estas
ciudades son extendidas sin núcleo o con núcleos débiles. Esto es una ecuación
muchas veces antieconómica y poco ecológica, porque los procesos de
urbanización, como un pacman
insaciable se va devorando tierras valiosas para transformarlas en áreas antropizadas con urbanizaciones de
distinto carácter. En las ciudades latinoamericanas, el crecimiento se presenta
enhebrando guetos de distintas clases sociales, donde colindan pero no articulan, empobreciendo la vida
urbana.
El abandono
de la actividad residencial de esta centralidad, prohija áreas subutilizadas y exige
desplazamientos con gran conflictividad: mayores tiempos de viajes, gran gasto
energético, abandono de áreas con fuerte
valor patrimonial de gran representación
simbólica, o con gran infraestructura, generando así una gran des-economía
urbana.
Para darnos una idea aproximada de este
fenómeno se puede observar la situación de la Ciudad de Buenos Aires.
Diariamente entran a la ciudad 3.000.000 de personas, casi un valor equivalente
a su población residente, incorporando 1.000.000 autos que ocupan
aproximadamente 8.000.000 de m2 en estacionamiento.
Una de las
consecuencias sociales más notorias es la falta de pertenencia por este espacio,
en el cual no hay habitantes, sino simplemente usuarios temporarios. El espacio
público lo refleja descarnadamente; su sobreuso o abandono son las caras de la
misma moneda.
Un caso paradigmático es Venecia: de los
170.000 habitantes que residían en el centro, actualmente solo resisten 54.000
habitantes, poniendo en evidencia la gravedad del problema.
La utopía
del suburbio mostró su limitación y su fragilidad: muchas ciudades, alertadas
por estos problemas, han invertido grandes recursos y esfuerzos para estos procesos de revitalización, como
Madrid, Nueva York, Quito o Miami. Algunos fueron exitosos, otros sólo pudieron
frenar el proceso de drenaje.
Sin embargo,
pese a que desde hace mucho tiempo se advierte este fenómeno, en nuestro país seguimos empeñados en restarle
importancia. Contemplamos pasivamente el abandono de estas áreas centrales,
favoreciendo un tejido urbano anómico. Si bien las mejoras del espacio público son
un incentivo importante, se requiere una política complementaria de carácter
integral para atraer residentes. ¿Cómo impulsarlas? con créditos u operaciones
de rehabilitación para viviendas contemplando sus equipamientos complementarios,
por un lado, y, por otro, movidas culturales
y de otro tipo para visibilizar y recuperar el área en el imaginario colectivo, entre otras cosas.
Lo que queda claro es que este fenómeno es un
modelo de crecimiento cuestionable. A la luz de todos los costos sociales,
económicos y ecológicos, la situación pide a gritos nuevas propuestas para
estos problemas: volver a una ciudad más
amigable, aprehensible, más respetuosa con nuestro entorno, minimizando la
huella ecológica. Básicamente, se hace necesario recuperar el espacio para el
encuentro y la articulación social, que es la esencia de toda ciudad.